Ha sido una triste, muy triste noticia el fallecimiento de Ernest
Borgnine. Nos deja un intérprete de la vieja escuela, un actor de raza, de
carácter, de los intuitivos que pasaban de Stanislavsky, de gran presencia, que
daba empaque a cualquier película en la que apareciera, por mediocre que fuera
ésta. Igualmente creíble como villano y como buen tipo. Odioso, chulesco y
repulsivo Fatso en De aquí a
la eternidad (1953),
simpático, sensible y bonachón Marty (1955). Borgnine nos ofreció
interpretaciones memorables, sobre todo como actor fetiche de los directores
más indomables: Aldrich, Ray, Fleischer, Peckinpah. El récord lo tiene con
Aldrich: trabajaron juntos en seis ocasiones. Formó parte de los Doce del patíbulo (1967) y del Grupo Salvaje (1969), en la piel de aquel duro
Dutch que sentenció: "dar tu maldita palabra no es lo que importa, lo
que importa es a quien se la des". Rey Ragnar en Los vikingos (1958), esclavo romano en Barrabás (1961), infiltrado comunista en Estación Polar Cebra (1963), sheriff enemigo de
camioneros en Convoy (1978)… Los mejores años fueron
pasando pero cineastas de nueva hornada, como los terroríficos Carpenter y
Craven, también contaron con él para sus historias. Y en su ancianidad,
directores tan listos como Andrew Niccol y Robert Schwentke le llamaron para
pequeños papeles en Gattaca (1997)
y RED (2010).
En Grupo Salvaje |
Fue especialmente impactante su
participación en el proyecto colectivo realizado por diversos directores sobre
los atentados del 11-S. Borgnine era el único actor en el capítulo dirigido con
extrema sensibilidad por Sean Penn, y su interpretación de un anciano viudo que
llora a su mujer en su pequeño piso mientras fuera, el mundo entero observa
cómo el World Trade Center se convierte en cenizas, es de las que sobrecogen y
te dejan el corazón en un puño.
Grace Kelly entrega el Oscar a Borgnine por Marty |
Pero sin duda mi personaje favorito de
su extenso repertorio es Marty, por el que se llevó el Oscar, y donde demostró sus grandes cualidades
interpretativas llevando el peso de todo el film y transmitiendo con gran
maestría la soledad, la frustración y la ternura de ese carnicero solterón que
vive con su madre, asaltado por la ilusión y la esperanza, pero también por el
miedo y la inseguridad, cuando se encuentra con la inesperada oportunidad de
dar un cambio a su vida, a través de la compañía y el cariño de una mujer en su
misma tesitura.