lunes, 2 de agosto de 2010

NOCHE Y DIA


Parece mentira cómo la carrera de Tom Cruise se ha ido desmoronando en la última década, justo después de llegar a su momento más álgido con la impresionante "Eyes Wide Shut" de Kubrick. A partir de ahí, la entrada del siglo XXI no le ha sentado nada bien, en contraste con estrellas como Leonardo Di Caprio, que sin prisa pero sin pausa, está construyéndose una filmografía para quitarse el sombrero, con un puñado de obras maestras que dentro de unos años serán clásicos.

Es complicado definir "Noche y día". Diría que es "surrealista", pero lo es en el sentido más literal, como si el guión hubiera sido escrito por Breton, Dalí y Buñuel después de una noche de juerga. ¿Es acaso una inmensa y colosal metedura de pata colocar los sanfermines en pleno centro de Sevilla... en una secuencia en la que participa Jordi Mollá, con el consiguiente asesoramiento por su parte? No, es surrealista. ¿No es un insulto a la inteligencia del espectador que nos obliguen a aceptar que Cruise y Cameron Diaz (sobre todo ella, que no es espía ni nada) no tengan el más mínimo rasguño después de aterrizar aviones, participar en persecuciones imposibles y repeler cientos de disparos? No, es surrealista.

Efectivamente, a "Noche y día" no hay que tomársela en serio, pero precisamente porque sus autores nos ofrecen deliberadamente un espectáculo de acción desde la comedia y una cierta parodia. Es una montaña rusa de curvas y descensos imposibles, en un desbocado trayecto que busca "el más difícil todavía", o más bien, "el más inverosímil todavía". Pero también es la constatación de la nadería en la que parece haber entrado la carrera de Cruise, aquí un James Bond o, sin ir más lejos, un Ethan Hunt de Misión Imposible, venido a menos y pasado de vueltas.