lunes, 5 de noviembre de 2012

FONTAINE-DE HAVILLAND, HERMANAS IRRECONCILIABLES


El pasado 22 de octubre cumplió 95 años Joan de Beauvoir de Havilland, más conocida como Joan Fontaine. La inolvidable rubia de Hitchcock en Rebeca y Sospecha, y de otros grandes clásicos como Carta de una desconocida, es una de las pocas leyendas con mayúsculas del cine que quedan vivas. En este mismo grupo está la única protagonista de la mítica Lo que el viento se llevó que aún vive, Olivia de Havilland, precisamente, hermana de la Fontaine. Ambas son también protagonistas de uno de los capítulos más curiosos de Hollywood, el de la animadversión entre dos hermanas, las dos mitos del cine, las dos todavía vivas a pesar de su avanzada edad, y las dos con varias décadas a sus espaldas sin dirigirse la palabra.

Según se cuenta, la rivalidad entre ellas se remonta a su más tierna infancia, pero se vio inevitablemente acentuada a lo largo de su carrera en el cine. Parece ser que la responsable directa de los roces era su propia madre, Lilian de Havilland, quien al parecer tenía a Olivia como hija favorita. De hecho fue ésta la primera en empezar una carrera como actriz, animada por su progenitora, quien había visto frustrado su propio camino en el mundo del espectáculo al nacer sus hijas. Y así, a partir de la segunda mitad de la década de los 30, la Havilland se convirtió en estrella como partenaire de Errol Flynn en ocho clásicos inolvidables como Robin de los bosques o Murieron con las botas puestas.


Mientras tanto, Joan se sentía un poco como su futuro personaje en Rebeca... así que se mudó a Los Ángeles y se cambió el nombre por el de Joan Fontaine, recuperando el apellido artístico de su madre, y evitando así ser relacionada con su ya famosa hermana. Aunque también se dice que fue la madre quien no le permitió usar el apellido familiar para no hacer sombra a Olivia.

Cuenta la leyenda de Hollywood, que Joan se presentó al interminable casting para el papel de Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó. El productor le ofreció el papel de Melania, pero Joan lo rechazó con esta frase:  “Si quieren a alguien para hacer de boba, llamen a mi hermana Olivia”. Lo paradójico de esta historia, es que Olivia fue seleccionada para representar a Melania… consiguiendo su primera nominación al Oscar y pasando a la historia del cine gracias a este personaje.


Como hemos comentado antes, Joan se convirtió en estrella gracias a las primeras películas de Hitchcock en Hollywood. Nominada al Oscar por Rebeca, un año después ganó la estatuilla por Sospecha. Al parecer, cuando iba a subir al escenario a recoger el premio, pasó de largo de su hermana rechazando sus felicitaciones. Un desplante público en toda regla a Olivia, que además también estaba nominada por Si no amaneciera.


Con el paso de los años, las dos actrices, con cuentagotas, mantuvieron una mínima relación, pero en 1975, la muerte de su madre provocó el cisma definitivo. Olivia organizó una ceremonia a la que Joan no asistió: según la Fontaine, su hermana no la invitó; según Olivia, Joan había rechazado ir  asegurando que tenía mucho trabajo. Desde entonces, ambas hermanas no se dirigen la palabra. Se dice incluso que Joan llegó a distanciarse de su propia hija porque ésta seguía manteniendo una relación cordial con su tía.

Una última anécdota reveladora. Cuando en 1988 la Academia celebró el sesenta aniversario de los Oscar, organizó un encuentro con todos los galardonados vivos, cometiendo la imprudencia de instalar a las dos hermanas en una misma planta del Hotel Ambassador. Cuando éstas lo descubrieron forzaron a la dirección a cambiarlas de habitación y a poner diez pisos entre ambas.

Así han llegado hasta nuestros días. Casi centenarias, Joan vive en California, y Olivia en París. Dos divas, dos hermanas irreconciliables. Como dijo una vez la Fontaine:
“Para mí Olivia es como si no existiese. Nos odiamos tanto cuando éramos jóvenes que ahora hemos agotado la carga de odio y nos limitamos a ignorarnos”.


Algunos dicen que el secreto de su longevidad es que ninguna de las dos quiere morir antes que la otra.

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