miércoles, 15 de febrero de 2012

THE ARTIST

Es muda y en blanco y negro. Y sin embargo, es una película mucho más moderna, fresca e innovadora que muchas de sus coetáneas. Que estemos todos hablando, en el año 2012, de una película como The Artist, a la vez que le cae una incesante lluvia de premios y espectadores, es, definitivamente, un pequeño y gozoso milagro. Y no deja de ser curioso que nos haga retroceder un siglo para recordarnos que el cine sigue siendo un medio de enormes posibilidades narrativas y expresivas, ese arte de contar historias inagotable en su transmisión de emociones, sensaciones y valores.
El homenaje, además, es doble. Primero, por la ya comentada propuesta ética y estética del film. Y segundo, por llevarnos a aquel histórico momento en el que el cine evolucionó de mudo a sonoro, dejando en la cuneta a grandes estrellas silentes que no pudieron, o no quisieron, adaptarse a los nuevos tiempos. También hay una preciosa historia de amor, y grandes interpretaciones: todo un descubrimiento Berenice Bejo y sobre todo Jean Dujardin, excepcional con su porte Douglas Fairbanks y su sonrisa Gene Kelly. Y guiños continuos a clásicos, de Ciudadano Kane a Cantando bajo la lluvia. Y ese clímax final, intensísimo, apoyado en la partitura de Herrmann para Vértigo. Y un último y maravilloso plano, pura emoción, puro cine, que lo resume todo.