lunes, 5 de septiembre de 2016

BUSCADME EN RIO BRAVO

Para empezar a hablar de mi western favorito, "Río Bravo", hay que recordar una curiosa circunstancia: la idea surgió del enfado que se llevó Howard Hawks al ver "Sólo ante el peligro". El cineasta no entendía cómo el sheriff tenía que pedir ayuda a todo el pueblo para cumplir con su deber. Aquello le obsesionó tanto que dirigió tres películas con la misma temática y la misma estructura, en un curioso ejercicio de estiloso autoplagio. La primera fue "Río Bravo", y después, "El Dorado" y "Río Lobo". Todas ellas con John Wayne como la antítesis del Gary Cooper de "Sólo ante el peligro". Un sheriff fuerte, valiente, seguro de sí mismo, sin mostrar dudas ni debilidades. Un sheriff que no pide ayuda a nadie, pero que paradójicamente, sí la recibe. Le llega de manera desinteresada y altruista por parte de un viejo tullido y un borracho, a los que después se unen un joven pistolero y una forastera. 

Y aquí está otro de los temas centrales de las películas de Hawks: la amistad, la lealtad, la solidaridad y la unión de un grupo frente a la soledad que mostraba el protagonista de "Sólo ante el peligro". Un grupo que se hace fuerte al hacer frente a una adversidad en este caso representada en la figura de un rico terrateniente que quiere sacar a toda costa a su hermano de la cárcel. Y para conseguirlo, convierte el pequeño pueblo en un escenario cerrado, opresivo, donde los protagonistas se ven prácticamente cercados en la oficina del sheriff, que se convierte en un refugio y en símbolo de la inquebrantable defensa de la ley. 



El ambiente irrespirable del pueblo hace mella en todos los protagonistas menos en el sheriff Chance interpretado por Wayne. Por momentos, el grupo se resquebraja, y aquí Dean Martin, que venía de hacer comedias con Jerry Lewis, aprovechó para lucirse demostrando sus buenas dotes dramáticas. Pero también hay momento en "Río Bravo" para otro tipo de lucimiento, el musical, por parte del propio Dean Martin y del joven cantante Ricky Nelson. Pero sin obviar en absoluto el gancho comercial que suponía en la época incluir una escena con dos canciones, Howard Hawks utiliza también el momento musical para mostrarnos la camaradería de los protagonistas y la fortaleza que supone su unión justo antes del enfrentamiento final. 



Nunca es excesivo ni reiterativo reivindicar de manera entusiasta la figura de Howard Hawks. Fue un director que abordó con maestría todo tipo de géneros, pero no sólo fue un eficaz artesano al servicio de la industria de Hollywood, fue un autor con mayúsculas con un universo y un discurso moral propio. Pero ésta en particular es una obra hecha en un total estado de gracia. De hecho, sus otras versiones de la historia, las ya mencionadas "El Dorado" y "Río Lobo", no tienen el toque especial, la magia de este western. Si algún día me pierdo en una película, buscadme en Río Bravo. 

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