domingo, 17 de abril de 2011

CAPERUCITA ROJA


Soy un devoto admirador de los clásicos cuentos infantiles. Son parte de la base de la literatura moderna, igualmente fascinantes para un niño que para un adulto. Nunca envejecerán porque hablan de nuestros miedos más atávicos, vivamos en el siglo XVIII o en el XXI. "Caperucita Roja" nos recomendaba obeceder a los mayores y no salirse del sendero. El bosque es uno de los terrores favoritos de nuestro subconsciente. Y el lobo es el desconocido con el que no hay que hablar, barnizado con connotaciones sexuales. Pero el problema de esta versión de 2011 es que en ningún momento siento que me están contando ese cuento. Esto a ratos se parece más a un reality para buscar pareja en la MTV.

La sensación después de ver la película es de oportunidad perdida. Pensaba que podrían extraer el lado más perverso del cuento, más cercano a Perrault que a los hermanos Grimm, y me he encontrado con una nueva vuelta de tuerca a "Crepúsculo". Porque aquí lo importante es la historia de amor adolescente, contada por Catherine Hardwicke con los mismos recursos que empleó en aquel primer film de la taquillera saga: voces en off, imágenes ralentizadas, cruces de miradas y mucha feromona en el ambiente. De hecho, las partes en las que no hay nada de esto son las más dignas. Pero el conjunto acaba resintiéndose, dejando un producto flojo y decepcionante. Ni ilustres como Gary Oldman y Julie Christie frenan la caída libre. En el caso de la veterana actriz, más que la abuelita del cuento parece una hippie de Ibiza. Y eso que la dirección artística es lo más salvable de la película.

Si alguien quiere disfrutar de una Caperucita Roja oscura y diferente, ésta es una buena oportunidad para recuperar "En compañía de lobos", la inquietante versión libre del cuento que hizo Neil Jordan en 1984.

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